Los chavales de entre 8 y 13 años de media son los grandes protagonistas del karting mundial y es en torno a ellos que gira todo el circo de un deporte que lleva años bajo la lupa pero que de hecho no ha visto ningún cambio significativo de mentalidad y más bien ve la situación consolidándose como una nueva 'normalidad'. (f.m.)
Haber introducido el karting en la cadena de suministro de la FIA sin duda ha revolucionado la forma en que se debe mirar este deporte. No es nada habitual que el escalón más alto del ranking de un deporte (sea el que sea) lo ocupen, como sucede, niños. En casi todos los deportes hay categorías juveniles, generalmente no profesionales, y categorías profesionales.
Mirando el IKR, el Ranking de pilotos de karting de la FIA a nivel mundial (en el mismo Bosco Arias, de la categoría Mini es el español mejor clasificado, en el 9º puesto, después encontramos a Christian Costoya de OK-Junior, en el 33º) todos los primeros lugares están ocupados por pilotos de las clases Junior y Mini, creando la percepción de que el nivel más alto absoluto del deporte lo expresan los pilotos nacidos en 2010. Es difícil pensar, o al menos sería anómalo que en cualquier otra clasificación o ranking (pensemos en el tenis, el atletismo, el ciclismo...), la cima estuviera representada por deportistas de 2010...y no es una represalia de boomers.
Es una reflexión sobre lo que esperamos y qué nivel de credibilidad puede tener este deporte en su más alto nivel para el grueso del público mundial, si este es un deporte para niños. Añádase a esto que el presupuesto que sustenta esta especie de profesionalismo inverso está completamente fuera de control y al alcance de muy pocas personas en el mundo -sí, muy pocas en el mundo-, la crisis de credibilidad es total. Se dirá que el karting ni quiere ni debe ser creíble, y que es una fase preparatoria de una carrera mucho más larga: no es realmente así, en retrospectiva. El karting, como cualquier otro deporte preparatorio, debe o al menos debe ser creíble – en los métodos de acceso, en su capacidad de valorizar a los atletas (en este caso muy jóvenes) de forma equilibrada y adecuada a su edad, y en cambio nos encontramos de facto con un deporte profesional para niños dirigido por adultos, donde los únicos intrusos son quizás los propios niños...